Playa de Trece
Longitud: 1250m Ancho: 25m - Acceso en Coche por la carretera de Camariñas al Cabo Vilán, y antes de llegar a este, desvío a la derecha, primero señalizado y luego de tierra. Ancho y en no buen estado. Mejor en bicicleta. 43º 10' 49'' N - 09º 09' 15'' W
La playa de Trece estará ligada para siempre a un hecho luctuoso acontecido a finales del siglo XIX: el naufragio del «Serpent», un buque de guerra inglés que acabó sus días y el de su tripulación en la esquina del arenal, en cabo Tosto. El Cemiterio dos Ingleses recuerda allí mismo la tragedia. Un interminable campo de dunas.
Arena, mucha arena, todo un desierto de arena. Esa es la primera impresión que tiene el que dobla la punta de cabo Tosto y tiene ante sus ojos el infinito campo de dunas de la playa de Trece y las olas siempre rompiendo, jamás el Atlántico en calma. Las cifras oficiales hablan de una anchura media de 25 metros pero cualquiera se da cuenta de que ni con la marea más llena del año. Quizás en las esquinas, sí, pero nada más. La segunda impresión es granito. Arrecifes graníticos en un lado, en otro, en medio de la playa, unos metros mar adentro, más metros mar adentro. Es lo que en términos marinos clásicos se llama «una costa sucia》. Uno de esos bajos, conocido como Baixos do Boi, fue el lugar concreto donde el «Serpent» puso punto final a sus singladuras. O sea, Costa da Morte en estado puro, una maravilla paisajista y estética, un mar que tan sólo unas cuantos expertos marineros se atreven a surcar, mientras cualquier advenedizo pone millas por medio y prefiere ver la costa desde la segura distancia. Merece la pena ir temprano para conocer el extremo norte de la playa, un monte de arena que, para empezar, pone un toque de fatiga al ascenso, con el contrapunto de que ya hay caminos abiertos de manera que no cabe la pérdida ni el andar dando vueltas. Los pequeños de la familia son los que mejor se lo pasan en ese entorno.
En las dunas de Trece se agarran especies vegetales acostumbradas a sobrevivir en un medio hostil, en lugares donde el nivel de humedad de los suelos es muy bajo, con el agua del mar inundando las capas freáticas. Son plantas carnosas que muestran unas raíces muy largas, puesto que han tenido que aprender a buscar esa humedad muy lejos de su tallo. Además, al pasar la mano se comprueba que han segregado una especie de ceras para evitar que el viento salino las dañe.