A Costa da Morte
Se denomina así al extenso espacio litoral del noroeste de la Provincia de A Coruña que se extiende entre los Ayuntamientos de A Laracha y Muros. El territorio queda definido por 4 comarcas:
Bergantiños, Soneira, Fisterra y Muros-Carnota, y 17 ayuntamientos: A Laracha, Carballo, Coristanco, Malpica, Ponteceso, Cabana, Laxe, Zas, Vimianzo, Camariñas, Muxía, Cee, Corcubión, Fisterra, Dumbría, Carnota y Muros.
Según algunos autores, se denomina Costa da Morte por ser la costa del Finisterre, lugar donde acaba la tierra y el sol se sumerge en el mar tenebroso, al que algunos iban y no volvían y nadie sabía lo que había al otro lado. Según otros, el topónimo se debe a la multitud de naufragios que han acontecido en esta hermosa y salvaje costa. Sea como fuere, estamos ante un litoral de una belleza incomparable, donde el tiempo parece que se detiene y donde el ambiente está cargado de leyenda y misterio. Aquí, el color y olor del mar, los abruptos acantilados, el trabajo del viento en las rocas, nos sumergen en un paisaje inolvidable.
En este lugar, se confunde la magia y la realidad, se detiene el tiempo e incluso el espacio. El viento silba mientras moldea con fino cincel las peñas y las rocas. La lluvia dibuja un paisaje de múltiples verdes sobre azul, de ocres sobre gris. Los temporales programan imágenes insólitas y las piedras hablan... En A Costa da Morte la naturaleza tiene alma, es el territorio del paisaje animado. No es de extrañar el panteísmo de las gentes que antes de la llegada del cristianismo le rendían culto al sol, a las rocas, a la naturaleza...; ritos que aún hoy se pueden rastrear en las romerías y tradiciones que los habitantes de estas tierras conservan vivas. Dejarse llevar por el
paisaje de A Costa da Morte es entrar en un mundo paralelo, un mundo de luces y sombras, de caricia y azote de los vientos marinos, de voces susurrantes, de tempestad y calma. Un mundo en el que todos los sentidos despiertan, incluso los más dormidos. Aquí es donde comienza todo porque todo comienza donde todo acaba. Físicamente es un territorio de contrastes, que descansa sobre un amplio macizo granítico que combina zonas bajas y llanas, sobre todo en el interior, con zonas escarpadas en la costa. Las playas y arenales son abundantes y destacan por su extensión y fina arena, algunas conformando marismas y ecosistemas dunares de gran valor ecológico y abundante biodiversidad, como los espacios naturales de Razo Baldaio (Carballo), Ensenada de A Ínsua (Cabana), Traba (Laxe), Louro (Muros) y otros. Las playas, muchas de ellas kilométricas, dan paso a promontorios escarpados que se adentran en el mar y en los que se ubican las partes más occidentales de Galiza y de las más occidentales de Europa, nos referimos a los cabos San Adrián y Punta Nariga (Malpica), Roncudo (Corme Ponteceso), Cabo Vilán (Camariñas), Punta de A Buítra y Touriñán (Muxía) y el mítico y legendario Cabo Fisterra, fin del camino a occidente o Camino de Santiago. Otro aspecto físico destacable son las Rías Altas: Corme y Laxe, Muxía y Camariñas, Lires, Corcubión y Muros; y los estuarios, A Ínsua (Cabana), Camelle y Arou (Camariñas), Cuño (Muxía), Sardiñeiro (Fisterra), Ézaro (Dumbría) o Esteiro (Muros).
El relieve físico, a medida que nos adentramos hacia el interior, va cambiando, las llanuras predominan en el paisaje, solo rotas por elevaciones como los montes Facho, Neme, Castelo, Pena Forcada, Penedos de Traba, o el mítico Pindo, impresionante formación granítica que se eleva a más de 640 metros a la orilla del mar. Estas tierras están atravesadas por cuatro grandes ríos, Anllóns, Grande, Xallas y Castro, y multitud de riachuelos, que forman amplios y fértiles valles. El caso del río Xallas es singular, nace en el Monte Castelo (Coristanco) recorre toda la meseta a la que le da nombre y desemboca en cascada en la Ensenada de O Ézaro, al pie del majestuoso Pindo, siendo el único río de Europa que desemboca en cascada. El clima de A Costa da Morte es muy semejante al del resto de los territorios costeros de Galiza, oceánico, con temperaturas suaves todo el año que en invierno registra medias de entre 6º y 10º en los meses más fríos y, entre 18º y 24º en los meses más cálidos. Las villas marineras y los territorios costeros disfrutan de pequeños microclimas, en el que son muy raras las heladas y las brisas marinas suavizan el frío del invierno y el calor del verano.
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